Quiero ser paracaidista

Hunde la cuchara en la sopa mientras cuenta como ha ido su día. No hay manera de cerrarle la boca. Te diría que ha comido letras hoy, pero no, la sopa está intacta y aún no ha empezado a comer. La sopa, movida y removida, eso si, porque conforme nos cuenta su historia, está jugando con ella. Así, hasta que llega el momento cumbre de la conversación. Bueno, del monólogo más bien.
-Papa, quiero ser paracaidista.
9 años tiene la aventurera. Como comprenderás no puedo evitar reírme. Todas las niñas a esa edad quieren ser profesoras, veterinarias, ahora influencer...¿Paracaidista? Su creatividad no tiene límites.
- No puedes cariño, no puedes ser paracaidista.
-Pero, ¿por que no?
-Pues porque es muy peligroso.
Y así, tan ancho que me quedo. Y lo peor de todo, es que estoy más que convencido que mi respuesta es correcta. Y claro que es correcta, pero solamente hasta que mi cabeza, como la cuchara en la sopa, sale a la superficie y deja de estar sumergida en mis propias carencias mentales.
Vueltas y más vueltas. Claro, lo fácil aquí es decir que son críos, que tienen mucha imaginación, que tienen la cabeza llena de pájaros. Que ven mucha tele, mucho teléfono, que no tienen aún sentido común... y así todo lo que se te ocurra. Ahora bien. ¿De verdad es así?
Pues me equivoqué, y cuanto más lo pienso mucho más convencido estoy, esta vez sí, de que ahora si tengo razón. Porque ahora pienso. ¿Por que a cada cosa que queremos hacer le buscamos tres impedimentos para no poder hacerlo?
Pau Gasol (el mejor jugador de baloncesto que hemos tenido hasta ahora en España) se apuntó al quipo de su colegio, dos entrenamientos después, el entrenador le dijo que era muy alto, pero que no valía para ese deporte. Lo ideal era que probase otro que le fuera mejor. El paso de los años dio la razón a Pau Gasol, este no se rindió, si quería ser jugador de baloncesto, ¿por que no voy a poder serlo? ¿por que mi hija no va a poder ser paracaidista? Por cierto, cada vez que me acuerdo de esta historia, pienso en el entrenador. Pobre hombre, ¡que visión!
Pues muy fácil, claro que puede. Y puede por una razón sencilla, muy sencilla. Ella por suerte tiene 9 años, y aún cree en si misma para muchas cosas. Aún no ha desarrollado del todo la mentalidad adulta, está en proceso, pero aún no ha llegado. Cuando llegas a la mentalidad adulta, es cuando haces cambios muy importantes en tu vida. Es cuando cambias diversiones por obligaciones. Es cuando cambias todo tu tiempo por dinero, cuando cambias tus sueños por excusas.
¿Recuerdas ese curso de estética que tanto querías hacer y no hiciste porque no era el momento? Recuerda también esa excursión pendiente desde hace años a ver la virgen del Pilar y que aún no has realizado porque ... O esa otra vez que te ofrecieron otro trabajo y por culpa de tus miedos rechazaste y ahora en el tuyo estás peor que nunca. Recuerda cuando tu amigo/a te ofreció hacer esa fiesta y por vergüenza no hiciste, cuando le querías decir al chico/a que te gustaba si quería quedar y no lo hiciste, cuándo querías dedicarte a tal cosa y dejaste atrás tus sueños por pagar facturas, .....
Venga haz memoria, ¿ cuántas cosas te has perdido por no creer en ti? ¿Por ponerte la zancadilla tu mismo/a? Hay ocasiones que todo es mucho más fácil de lo que pensamos, pero tenemos la naturaleza de verlo todo negro. Cuando vamos por el camino correcto, no me digas la razón, pero terminamos buscando piedras para colocarlas en el camino y así poder tropezar, para buscar la excusa del momento, para no hacer esto o lo otro. En realidad la razón la sabemos, los miedos, nuestra falta de confianza, nuestra autoestima por los suelos...
Hace años, mi hijo jugaba a futbol en el equipo de un pueblo, cuando vivíamos en otro. Recuerdo que un día le comenté al niño que podía dejar su quipo y apuntarse al del pueblo, o a otro que pillase mucho más cerca, que eso sería lo normal, no era tan difícil. Por supuesto la respuesta fue negativa. La cosa es que no mucho tiempo después mi trabajo estaba en la otra punta de la ciudad. Un día mi hijo decidió tener una conversación conmigo.
-Papá, si tanto te quejas que tardas mucho en llegar al trabajo...¿por que no te desapuntas de allí y te apuntas a otro mucho más cerca? Es lo más lógico, no es tan difícil.
Pues si mi hija decide ser paracaidista, pues lo será. Es peligroso, es verdad. Pero no tanto como consumir una vida sin hacer y disfrutar lo que realmente quieres. ¿No es peligroso vivir en el alambre económico toda tu vida? ¿No es peligroso vivir frustrado por no tener metas? ¿No es peligroso no llegar a sentir nunca ese subidón que te da la vida cuando has conseguido una meta?
Con la de veces que he dicho a lo largo de mi vida que la mente es como un paracaídas. Si no la abres, no sirve de nada. Y ahora mira, estoy que no sé, si saltar con mi hija o recordarme que me dan miedo las alturas.
Sabes que soy demasiado joven, por eso no debes de hacerme caso, ni a mí, ni a nadie. Debes probar todo tu mismo/a, pero por suerte o desgracia si tengo que decirte que he desarrollado mi mentalidad adulta. Solo te cuento lo que he vivido, lo que me va bien, al igual que te cuento lo que no me funcionó e hizo que me metiese un bofetón importante. Hay veces que deberíamos pensar y actuar con la misma determinación que tienen los niños. Eso de no olvidar nunca tu niño/a interior igual es verdad. Igual debería de escuchar más y decidir en hacer más y no buscar excusas junto a mi sentido común para no hacerlas. Igual por eso, también dicen que el sentido común, es el menos común de los sentidos.
-Pero entonces, ¿salto o no salto Rubén?
-¡Pues no lo sé!. Te estoy diciendo que hay que hacer caso a tu niño interior pero...Yo de pequeño cuando me preguntaban a que me quería dedicar lo tenía muy claro, casi tanto como mi hija ahora. Yo quería ser "piquete".
-¡Como?
- Si, "piquete". (no preguntes, por aquellos entonces no tenía ni idea de que era eso)
Llegado a este punto, igual toca primero intentar hacer memoria de que clase de niño/a eras, igual el recuperar esa infancia no es tan buena idea. No lo sé. ¿ O si?
Sea como sea, igual es el momento de dar el salto. No se hacia dónde, aún tengo que planificar una reunión entre mi niño interior y mi sentido común adulto. Pero si te digo, saltar, hay que saltar. La vida son 10 minutos y no podemos pasarnos 9 buscando excusas.
Recuerda, lo que haces y decides en el presente, estés o no de acuerdo determinará tu futuro. No lo digo yo, lo dice la vida. Solo te digo, que llega un momento que o saltas... o la vida se encargará de empujarte. Tu decides, pero no digas después que nunca te advirtieron.
Te deseo un salto al presente, exageradamente estupendo. ¡¡¡Disfrútalo!!!