Ordenando la cabeza

¿Sabes todas estas veces que estás realizando una tarea, la que sea, una tarea sencilla y no eres capaz de terminarla? Me pasa cada vez menos, pero aún tengo esas excursiones mentales que además de no aportarme nada me restan tiempo y energía. En una ocasión, he sido capaz de leer un capitulo entero de un libro, el cual me gustaba y al terminar este, no saber que he leído, mi cabeza una vez más estaba de viaje, de excursión, una vez más mi mente buscaba engañarme buscando su propia libertad. Después de tanto viaje, de tanta excursión, y sé que te vas a identificar con lo que voy a decirte, me he dado cuenta que cada vez que me pasa, mi mente sale en busca de historias, de películas que nunca pasan, pero que por alguna razón me quitan el sueño, la energía y la concentración.
Date cuenta, presta atención a tu comportamiento, sé que te pasa lo mismo, porque todos estamos programados de la misma forma, nos pasamos el tiempo pensando cosas que después nunca salen como imaginamos, pero nos empeñamos en dar miles de vueltas, en pensar un montón de situaciones.
Recuerdo mi primer viaje en coche, hacía pocos meses que tenía el carnet de conducir, con 18 años y sin salir de la ciudad, imagina mi experiencia. Por aquellos entonces todo lo que fuese circular cuesta arriba, me parecía como subir con el coche el Teide, poco más que jugarme la vida, tenía en mente que no conseguiría controlar el coche, este caería y terminaría golpeando al coche de atrás, por supuesto esto tampoco sucedió nunca, bien es cierto, porque era otra de las películas que mi mente había montado en mi cabeza y por otra parte porque era capaz de recorrerme media ciudad para encontrar un camino dónde no tuviese que afrontar ninguna subida en todo el trayecto. Lo he dicho muchas veces, para cada problema siempre hay una solución, a veces no es la mejor, como en este caso, pero en esos tiempos era la única que mi cerebro era capaz de ver.
Recuerdo mis nervios durante toda la semana, a muchos seguramente os parecerá demasiado exagerado, pero era tal la falta de confianza que tenía por aquel entonces al volante que se me hacía difícil. Mi cabeza estaba en plena batalla, por un lado estaban las ganas de salir de escapada con los amigos, me apetecía un montón, era nuestra primera escapada "motorizados" y por el otro bando estaba el miedo, la vocecita interior que tenía en la cabeza que una y otra vez me decía que no estaba en condiciones de hacer ese viaje, que tendría un accidente, seguro que durante el trayecto hay miles de kilómetros cuesta arriba, o pincharé y no sabré cambiar la rueda, atropellaré un ciervo por el camino, un unicornio, todas las tonterías que os podáis imaginar habitaban a sus anchas en mi cabeza.
Llegó el día, el viaje era corto, de 350 kilómetros, tuvimos un viaje estupendo, lo pasé genial, estaba tan concentrado en seguir el coche de mi amigo y no perderme que no tenía tiempo para autodestruir el viaje mentalmente.
Y entonces, ¿por que te cuento todo esto? Porque hoy me doy cuenta que me faltaba destreza al volante, muy cierto, pero pasé muchos días angustiado por algo que jamás sucedió. La ansiedad que tenía durante toda la semana era tal que en varias ocasiones hice ejercicio mental para encontrar una excusa coherente para anular mi participación en dicho viaje. Y todo por no tener en orden mi cabeza. No es sencillo, al contrario, es verdad que a otro nivel, pero me sigue pasando, mi mente sigue montando sus propias películas sin pedirme permiso.
Hoy, por la experiencia, por los años, por las vivencias y seguro que por muchas cosas más, mi cabeza se ejercita de otra forma. He dejado de preocuparme de como será el viaje de la próxima semana, ahora ejercito mi cabeza con la única idea de disfrutar la semana que viene del viaje. Ya no pienso que pincharé una rueda porque aprendí que si nunca hubiese tenido un pinchazo, hoy no sabría cambiarla cuando esta pinche.
El símil que pongo cuándo alguien me pregunta sobre esto, es el cuarto de mi hija. Suena raro, lo sé, pero espera, te lo explico. Todos los domingos como norma en casa se hace lo que yo llamo, y mis hijos han interiorizado como "operación limpieza", ese día su cuarto queda perfecto, impoluto, colocado, ordenado... El problema después de tanto esfuerzo es que hay que aplicar con ella las llamadas "operaciones de mantenimiento", ya que si no estás pendiente, el martes puedes entrar en ese mismo cuarto y encontrarlo como si hubiese sido victima de un tsunami, y entonces todo el tiempo y esfuerzo empleado no serviría de nada.
Pues la cabeza, por lo menos la mía es muy parecida a ese cuarto, tengo que hacer controles periódicos para mantenerla siempre limpia de energía negativa, vaciarle de todos aquellos pensamientos que no aportan, limpiar el victimismo y las excusas de las paredes...
Soy demasiado joven para dar consejos, por eso mismo solamente es mi opinión la que quiero darte. Céntrate en todo aquello que hagas, pon consciencia en ello. Deja de preocuparte por lo que va a pasar y disfruta de todo aquello que pase, puede que te suene igual, pero créeme que no es ni parecido.
No me hagas caso, pruébalo. Vacía tu cabeza de todo aquello que no te aporte algo bueno, saca tu basura mental, haz el mantenimiento del mismo y te sorprenderás tu mismo/a. Recuerda, lo que haces en el presente condicionará tu futuro. Tu decides.
Y como siempre, os deseo un presente estupendo.
Correo: dtp.rubenarroyo@gmail.com