GUÍA PARA ENTRAR EN EL CIELO. Capítulo 2

Nunca pensé que la oficina de San Pedro fuese de aquella manera. No es demasiado grande, pero cuenta con una decoración a tener en cuenta, digna del cielo supongo. San Pedro, tomó asiento al otro lado de una bonita mesa blanca, lacada, preciosa. Agarró con la mano izquierda mi formulario, mientras se desprendía de las gafas con la otra. 

- Rubén, hemos estado revisando tu impreso de solicitud para poder entrar en el reino de los cielos, y siento comunicarte que hemos visto alguna cosa que necesitamos despachar contigo.

Que tu dirás lo que quieras, pero que San Pedro te suelte eso, acojona. Casi tanto, como cuando salía del colegio después de recibir las notas. Mi madre las veía, y con voz suave me decía "ahora en casa, hablamos tu y yo". Amigo lector, seguro que si lo has vivido, sabes que eso es pasar miedo de verdad, sabes a lo que me refiero.

- Hemos visto que en tu formulario, redactas las razones por las cuales debes de ser admitido aquí y no en la planta de abajo. Bien es cierto, después de contrastar todo, muchos apartados son correctos, pero en otros, pues...-San Pedro me comenta con tono suave.

- No entiendo a que te puedes referir la verdad.

- Ahora te lo explico, por el momento, trátame de usted si no te importa. No me gusta que me tuteen. ¿Vale Rubén?

- Yo no le he tuteado en ningún momento Don Pedro. -Respondo con firmeza.

-  Perfecto, comencemos entonces por las mentiras que has dicho a lo largo de tu estancia en el mundo de los vivos.

Estoy tranquilo la verdad, considero que en mi vida he sido muy sincero siempre. Pero claro, también te digo, ¿Quién no ha soltado alguna mentira? Es imposible no mentir. Es inevitable, mi cabeza comienza a trabajar al máximo. Necesito hacer inventario mental de todas aquellas veces que he podido mentir. Está en juego mi ingreso al cielo, no es un momento baladí. 

De repente, San Pedro se me queda mirando fijamente. 

- ¿Porque utilizas esa palabra Rubén? Puedo leer lo que piensas.

- Es una palabra que utilizo con frecuencia, no se porq...

- Rubén, estás en el cielo, - me interrumpe- Soy San Pedro, no San Fermín, yo no estoy de fiesta. Jamás has usado esa palabra.

Venga, lo reconozco, perdonadme. Jamás he usado esa palabra. Pero por alguna razón, me vino a la cabeza y me hizo gracia introducirla en el relato. Quería hacerme el interesante. Os prometí siempre sinceridad, y por culpa de Pedrito, me has cazado en una mentira. Intentaré que no suceda de nuevo.

Haciendo memoria, comienzan a llegar recuerdos a mi cabeza de alguna que otra mentira. Como el día que mi madre, hizo la comida a mi padre para que este, se la pudiese llevar al trabajo al día siguiente. Por la noche, me comí el 90% de la fiambrera y volví a taparlo. Estuve castigado, negué siempre que hubiese sido yo. Evidentemente, no podía ser nadie más. Lo reconozco, mentí.

Era un crío, es cierto. Pero me llegan también recuerdos... No voy a dar nombres, creo que no es necesario. Seguramente te ha sucedido algo parecido. Te encuentras con una persona a la que hace mucho tiempo que no veías. Después de intercambiar conversación, te dice que estás estupendo. Te veo genial, respondes tu. ¿Genial? ¡¡¡pero si en tu cabeza estabas pensando que tiene pinta de politoxicómano, que no vas a llegar a semana santa y eso que estamos a cuatro días!!! Tengo que reconocerlo, mentí.

No estoy aquí para venderte nada, estoy para hacerte consciente, que todo lo que haces y dices hoy, lo pagas mañana. Dímelo ahora, interrogado en las oficinas contiguas al cielo por San Pedro.

No me creas en nada, pero piénsalo. ¿Cuantas veces has mentido sin razón? Venga, piénsalo.

- A ver Pedro, todos mentimos, porque muchas veces es necesario.

Imagina esta situación. Te acercas al hospital, un amigo tuyo está bastante fastidiado, los médicos han dicho a la familia que le quedan pocas horas para el gran viaje, y esta te ha llamado para que puedas despedirte. ¿Que le dices cuando tu amigo te pregunta que tal lo encuentras? Pues, salvo que seas un desalmado/a, le mientes. Nunca le dices que está sentenciado, deja de luchar amigo, ya estas jodi...¿Verdad que no?

- Veo que aún no lo has entendido Rubén. No me refiero cuando has mentido a los demás, de eso hablaremos más adelante, me refiero las veces que te has mentido a ti mismo. Me refiero al auto sabotaje. Como comprenderás, no podemos admitir en el cielo a nadie con características emocionalmente suicidas o inestables. Y por otro lado, ¿Me has llamado Pedro?

- Perdón San Pedro, no lo había entendido. Lo siento. Y no, claro que no le he tuteado.

Ostras, mentir al resto lo hice, pero muy poco y casi siempre o por lo menos la gran mayoría cuando era aún un chaval. Pero mentirme a mi mismo....

Recuerdo la de veces que me he mentido, diciéndome que no era capaz de sacar ciertos estudios, no tenía potencial para ello. La de veces que dejé de esforzarme cuando jugaba a baloncesto, porque me contaba a mi mismo que Dios no me había dotado de ese don.

No hay peor mentira, que cuando sin saberlo, decides mentirte a ti mismo,
y además te dices después, que no te cuentes nada.

Compañero/a de lectura, no me dejes solo en esto. Piensa la de veces que has estado en un trabajo, en una fiesta, en un viaje, en una relación, que no te hacían disfrutar y te mentías una y otra vez con eso de " todo pasa, sé paciente" Y sí, pasó, se te pasó la vida.

Recuerda ese jefe que disfrutaba alardeando de despidos. ¿Recuerdas aún como te engañabas, pensando que a ti no te tocaría? Hasta que un día te toca, evidentemente. Deja de mentirte, no es culpa de él, es culpa tuya, por ver como se dirige a ti un tren de mercancías sin control y decides no apartarte.

Recuerda esa pareja que te fue infiel 23 veces. Le creíste las 22 primeras cuando te decía que había cambiado. Deja de mentirte. La culpa no era de él/ella.

Deja de mentirte, cuando no llegas a final de mes y culpas a tu nómina de ello por ser demasiado baja. Deja de mentirte, cuando sueñas con dedicarte a dar clases de baile, y pisoteas tus sueños, argumentando que no sabes por dónde empezar. Deja de mentirte, cuando añoras hacer un viaje a Londres, y nunca viajas porque dices que no controlas el idioma. 

No soy nadie para decirte nada, sabes que solo te cuento lo que vivo. Y por culpa de mis miedos, de mentirme en reiteradas ocasiones, estoy en dudas de entrar o no en el cielo.

- Rubén, vamos a hacer una cosa, te vamos a dejar pasar. 

- ¡¡¡Toma!!! Gracias Pedro, sabía que no me mandarías a la planta de abajo. No a un tío como yo.

- Espera, no ocupes las nubes antes de tenerlas. Vas a entrar, pero vas a entrar con un contrato de una semana a prueba. Si pasas la prueba y demuestras que has aprendido a no mentirte y auto-sabotearte emocionalmente, podremos seguir el proceso. En caso contrario, ¿sabes dónde terminarás verdad?

- Perfecto, demostraré todo eso que has dicho.

- Genial, no espero menos. Una última cosa. Aún no las tienes, pero como vuelvas a tutearme...te arrancaré las alas.

Mira, te lo cuento de esta manera y me lo tomo con humor, porque en mi forma de entender el mundo, creo que haciendo todo de manera divertida, avanzamos mucho más. Se puede ser muy serios haciendo algo divertido al mismo tiempo. No soy quien para enseñarte nada, pero si te invito a que prestes atención a todas esas mentiras que te contaste en el pasado, o que a día de hoy sigues contándote. Dátelo una vuelta, estas a tiempo. Tienes una vida para solucionarlo, antes de que sea demasiado tarde.

Yo por lo pronto, voy a darlo todo. Llevo tiempo trabajando en mí desarrollo personal, y he de decirte que el cambio es considerable. No me hagas caso, pruébalo tu mismo/a. Pero hazlo.

Y otra cosa, ahora que he salido del despacho de Pedro, tengo una semana y no pienso perder el tiempo. Hay muchos ángeles en el cielo que estoy deseando conocer. Angel nieto, un mítico. Desconozco, si en el cielo firmarán autógrafos, no sé si las túnicas, tendrán bolsillos para guardarlo, pero estoy deseando conocerlo. 

Pero no solo eso, al igual que no puedes ir a Roma y no ver el Colisseo, o a Paris, y no ver la Torre Eifell, no puedes ir al cielo y no ver a Angel Cristo, a los ángeles de Charlie, a los Sonny Angel o a los ángeles de las cuatros esquinitas de mi cama, que estarán aquí, porque en mi cama nuca estaban, la verdad.

Lo que si que os digo, es que voy a tener una conversación con mi angel de la guarda, hay cosas que me tiene que explicar. 

Pero esto os lo cuento otro día. Por lo pronto, haz el ejercicio de contarte la verdad de tus decisiones, observa que resultados te ha dado hasta ahora el proceder de una u otra manera, y cambia todo aquello que debas modificar. Y no es que cada día que pierdes, es un día menos que te queda para subir aquí, al cielo y dar explicaciones, que también. Cada día que pierdes, es un día que dejas de disfrutar. Y eso, debería ser pecado mortal.

Deja de mentirte, cuéntate verdad y haz que las cosas pasen. Están a una decisión de ser y llegar todo eso que llevas tiempo añorando. 

Te dejo dos preguntas para que reflexiones.

1. ¿A que esperas para cambiar el rumbo y hacer eso que tanto quieres? 

2. Cuando expulsan a un angel del cielo, ¿se puede decir que se queda desangelado?

Te deseo unas decisiones exageradamente sinceras