El tribunal me ha declarado...¡¡¡Culpable!!!

¡¡¡Culpable!!! Que me ha declarado ¡¡¡culpable!!! Bueno, estoy que no me lo llego a creer aún. Vale que hay decisiones que son difíciles de tomar, vale que errar y equivocarse es humano y nos pasa a todos, pero ¿culpable? ¿sabes lo que eso me supone ahora mismo? No quiero aburrirte con mis problemas, pero necesitaba contárselo a alguien, pedir opinión, no sé, compartirlo a ver si así puedo solucionar algo.
Voy a poneros en antecedentes (ahora mismo escribir esta última palabra me producen escalofríos) para que te hagas una idea y me comentes como ves tu la situación. Para mi es importante que lo hagas.
Voy conduciendo por una carretera cualquiera, una de estas que cruzan un pinar (para los que no sois de Valladolid, esto es tierra de pinares), durante los últimos días, hemos tenido viento y sobre todo lluvias, este día el cielo está despejado, brilla el sol y la visibilidad es muy buena, lo que nos permite ver a mi amigo Agustín y a mí, que hay un gran árbol cortando el camino, justo cruzado en la carretera, haciendo imposible el paso.
- ¿Has visto que pedazo de árbol ha tirado el viento en la carretera Agustin?
- Flipas, como tuvo que soplar para arrancar ese bicho -responde-.
Sigo conduciendo como hasta el momento, sin cambiar nada. Pero puedo identificar que mi amigo comienza a estar un poco inquieto. La velocidad sigue siendo la misma, mientras el coche se va acercando al punto dónde está descansando el árbol, sobre la mal asfaltada carretera.
- Rubén, si has visto el árbol, ¿no vas a hacer nada?
Claro que hago algo, ya te he dicho que he visto el árbol. Noto que mi corazón comienza a coger velocidad, casi tanto, como la que llevamos con el coche, el encuentro del puñetero árbol caído es cuestión de segundos. Mi amigo Agustín está cada vez más tenso, me mira con cara de nerviosismo y sorpresa.
- Agustín, ¿que narices quieres que haga? Ya te he dicho que he visto el árbol cortando la carretera, ¿que más quieres?
- Rubén, ¡que frenes!, eso quiero, ¡que frenes, que bajes la velocidad! ¿pero estás idiota o que?
No entiendo que se ponga así la verdad, llevo conduciendo por esta carretera un montón de años, nunca he tenido problema alguno, no entiendo porque he de bajar la velocidad. Vale, hay un árbol cruzado en la carretera, ya lo he visto, que ciego no soy. Y claro que voy a hacer algo, no voy a quedarme parado.
- Entonces, ¿me quieres decir que carajos vas a hacer?
- Pues te lo estoy diciendo, quiero estar preparado para cuando llegue el momento de encontrarme con el árbol.
Lo de mi amigo Agustín, no lo entiendo, él lo ve muy fácil, pero no lo es. Si supiese la de kilómetros que he transitado por esta carretera, la de horas que he estado aquí no pensaría en eso. Y me duele, claro que me duele ver que un árbol me corta el camino, pero, ¿que más quiere que haga? Yo no puedo hacer más. Seguro que alguien se da cuenta y quita el árbol antes de que lleguemos a su altura.
El silencio invade todo el habitáculo del vehículo, hay tanta tensión, que hasta Melendi, que en ese momento estaba sonando en la cadena Ser, emisora que hasta ese momento íbamos escuchando, ha decidido callarse y estar pendiente de mi decisión. Que este tío hizo aterrizar aviones y no le importaba un carajo el peligro, ¡fíjate si la cosa era preocupante! Mis ojos comienzan a humedecerse, lucho porque no se me note, quiero ser fuerte. Imposible, finalmente no puedo evitar que las lágrimas de miedo comiencen a hacer acto de presencia.
Lo que haces hoy, determina que, como y dónde estarás mañana. Recogerás todo aquello que decidiste sembrar, es así de sencillo. Después, estarás de acuerdo o no, pero ya será tarde para todo. Seguro que si prestas atención, consigues identificar estas situaciones. Ya no te digo que te fijes en ti. Te pido que mires en los demás, es mucho más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que ver un árbol de 9 metros dentro de uno de tus bonitos ojos.
No me hagas caso, abre los ojos y compruébalo tu mismo/a. Vemos con un familiar, un amigo/a, un compañero/a de trabajo que se va a estampanar contra un muro, y es incapaz de hacer nada. Y tu lo ves y no lo entiendes. Pero, ¿de verdad vas a estar así y no vas a hacer nada por solucionarlo, por cambiarlo?
Y es que cada uno tenemos nuestro propio árbol en el camino. Ves como tu hermano pide la cuenta en su trabajo sin tener otra fuente de ingresos, ves como tu amiga pide un crédito para comprar otro coche cuando aún están pagando el primero, te enteras que otro falta al trabajo porque está con la resaca del fin de semana de nuevo... Pues ves que van contra su árbol, al igual que ves que no frenan. Todos somos Agustín en esos viajes.
Unas veces por miedo, otras por desconocimiento, no lo sé. Pero la cosa es que nos quedamos estáticos, pretendemos que el problema lo solucione otro. Y cuando hacemos eso, solo hay un final, y créeme, este nunca nos gusta
No estoy aquí para venderte nada, estoy aquí, porque me gusta intentar motivarte para hacerlo todo, por lo menos todo eso que te gustaría hacer y no encuentras el momento de decidirte. Por ello quiero comentarte un par de cosillas.
1. Si no haces por adaptarte, terminarás estando fuera de todo. La vida son etapas, y hay algunas de ellas dónde por muy feliz y a gusto que hayas estado, han cambiado, y por mucho que te empeñes en no querer asumirlo, estas nunca volverán. Y tu única solución es seguir adelante, porque cuando tienes el coraje de seguir, es cuando descubres que la montaña no solo tenía un camino, siempre hay muchos más.
2. El camino no es fácil, pero las mejores vistas siempre son desde la cumbre. Si no estás dispuesto/a a llegar a la cima, vivirás a la sombra de todo para siempre. Es triste, te perderás todo lo bonito de la vida. Tu decides.
Como podrás imaginar, el coche terminó impactando contra el árbol. Nos metimos tal osti... que hasta el ciervo de la señal que había a un lado de la carretera, giró la cabeza con cara de susto para ver que había pasado.
Oye, ¿te puedes creer que nadie hizo nada por evitar el accidente? ¿Te puedes creer que mi amigo no hizo nada para evitar el impacto? Ese ni es amigo, ni es nada. Agustín me ha fallado y me siento muy decepcionado con él la verdad. La pena, que no puedo decirle nada. En el impacto contra el dichoso árbol, salió despedido y su cabeza se golpeó contra el suelo.
- ¿Y se mató?
- No, que va, solo se le rompieron las gafas, pero no me habla. ¿Te puedes crecer que ahora me hecha la culpa? Dice que el único que podía hacer algo por evitar el impacto era yo, que era quién estaba al volante y no lo hice. ¿Te lo puedes creer?
Pero claro, que se puede esperar de un tío, que cuando empezó a estar mal en el trabajo, en lugar de aguantar a que pasase el chaparrón y todo volviese a ser como antes, decidió irse a otro, solamente para estar a gusto, realizado y feliz. O como cuando se enteró que uno de sus mejores amigos lo engañaba. En lugar de dejar que pasase el tiempo, que este todo lo cura, decidió poner tierra de por medio. "Es que ya hay falta de confianza y nada volvería a ser como antes, decía", ¡¡¡Fantasma!!!
Pues, ¿Te puedes creer, que el juez piensa como él? que esto ya... me declara ¡¡¡culpable!!! Dice que todo estaba de mi mano y que si en lugar de quedarme esperando a que alguien hubiese hecho algo, lo hubiese hecho yo, si hubiese tomado una decisión en lugar de esperar sin hacer nada a ver que pasaba, el impacto no se hubiera producido. Y no me duele que me haya condenado a pagar la limpieza de la carretera, ni pagar la grúa que retiró el coche, el cual ha quedado destrozado por completo. Me duele tener que correr con los gastos de las gafas de mi mal llamado amigo Agustín.
Y lo peor ya no es que me declaren culpable y tener que pagar todo esto. Lo peor es escuchar como personas a las que has ayudado en todo momento me dicen que efectivamente, ha sido culpa mía, culpa de mi falta de coraje. Que fácil es criticar. Ya me gustaría ver a mí a más de uno si eran capaces de frenar para no tener el accidente. Que fácil es ir de listo cuando no eres tú quién conducía.
- ¿Te suena verdad?
Ojo, y mi ex amigo Agustín, sabe y recuerda, que le dije que quería estar preparado para cuando llegase el momento del impacto. Fui el primero en ver al árbol y se lo dije. Esperé a ver que me decía el que hiciese, pero él no dijo nada. Y solo se le ocurre decir que todo lo que ha pasado tiene un único culpable. Me parece una vergüenza.
Por su culpa, ahora he de desplazarme en monopatín. Por cierto, tengo que dejarte, mientras te voy escribiendo todo esto con el teléfono en una mano, voy sujetando el manillar con la otra, y estoy viendo que hay un coche averiado que está justo en mi camino, justo en la mitad de la carretera. Y quiero estar preparado para cuando llegue el momento, a ver si esta vez, alguien hace algo para evitar otro impacto. Pues ya verás, como nadie hace nada. ¿Es que todo tiene que pasarme a mí? ¡Que mala suerte tengo carajo!
Ser valiente no es enfrentarte al mundo y discutir con los demás.
Ser valiente es enfrentarte a ti mismo/a y contarte a la cara dónde estás fallado.
Si vas a continuar con la misma visión que hasta ahora y no vas a cambiar nada de tu vida, quiero decirte que mi ex amigo Agustín tiene un hermano. Te lo comento, por si quieres que te lo presente y que te pueda acompañar en tus viajes. Ya sabes, para poder echar la culpas de tu cobardía siempre a alguien.
Si por el contrario dejas a un lado el papel de víctima del universo y decides comenzar tu viaje hasta tu cima, te deseo unas vistas exageradamente enriquecedoras.
PD: Cuando descubras y disfrutes de esas vistas, solamente te arrepentirás de no aver tomado la segunda decisión mucho antes. Y si te pasa, no te castigues, sucedió así porque hasta ahora no había llegado tu momento "kairós".