Cuando la vida te susurra

Sientes como todos los allí presentes clavan sus ojos en ti conforme se abren las puertas automáticas. De nuevo cabezas abajo, de nuevo vistas al suelo, cada uno con su historia, cada uno con sus propios pensamientos. A mi derecha dos mujeres con los ojos inundados en lágrimas. No son las únicas. Por la sala se reparten muchas historias no contadas en voz alta, pero que puedes sentir solamente observando. Sientes las miradas tristes de todos los que allí están presentes. Es increíble todo lo que se puede sentir en la sala de espera de un hospital.
De nuevo estamos esperando para que nos informen de como ha ido un nuevo cateterismo que le hacen a mi padre. Con una calma tensa me veo allí. No estoy nervioso, mi padre no rebosa salud, eso es cierto, pero el amigo tiene más huevos que los 300 espartanos juntos que lucharon en la batalla de las Termópilas.
Nervioso no, pero es verdad que algo se remueve por dentro desde que entras. Mi cabeza comienza a hacer sus cuentas, son las 16h, seguramente hasta las 20h nos tengan aquí de espera, que no tenemos nada mejor que hacer, pero que cuando entras allí todos miramos el reloj y nos contamos lo mismo.
La mujer sentada en el centro de la sala también llora. Las caras de tristeza y expectación se reparten a lo largo y ancho de toda la sala de espera. Personas con miradas vacías secuestradas por sus propios pensamientos. Cruzando los dedos unos, rezando por dentro otros.
Quién me conoce sabe que intento ver siempre el lado bueno de todo lo que pasa a mi alrededor. Aprendí hace tiempo, que por muy negro que parezca todo al principio, todo, absolutamente todo, tiene una parte buena, una enseñanza que te susurra la vida al oído y que solo consigues oír si prestas atención desde lo más profundo de ti. Llamadme lo que queráis, es así. Y sé que es así porque lo he vivido. Porque después de ser sordo durante muchos años, la vida dejó de susurrarme y me comenzó a chillar. Desde entonces, escucho mucho más y hablo mucho menos.
¿ Y que saco de positivo en un lugar donde a las personas que están a poco más de un metro de mí les han dicho que a su familiar le quedan apenas solamente unas horas de vida? He comentado antes que hay historias que se cuentan sin siquiera separar los labios, sin abrir la boca. Se cuentan con miradas, con gestos, con caricias. Cuando el médico sale a hablar con esta familia, todos los allí presentes sin saber lo que pasa, lo sabemos todo. Se hace el silencio cuando la familia rodea al encargado de comunicar las noticias. La sala se llena a partes iguales tanto de silencio, como de respeto hacia esa gente, que no conoces, pero que sabes que están en uno de los peores momentos que vivimos como personas.
Saco de positivo la unión que allí se forma compartiendo dolor, cada uno el suyo. En esa sala me he dado cuenta que no hay ego alguno por parte de nadie. En los momentos jodidos de verdad como ese, ves la unión de las personas que se quieren, vives el respeto de los que no se conocen pero están presente en tu historia.
Después de un rato observando todo lo que pasa a tu alrededor, te das cuenta que fallamos una y otra vez en lo mismo. Joder después de un rato en esa sala me doy cuenta que mi padre ha llegado jodido para hacerse un cateterismo, y que hora y media después, somos de los más afortunados allí sentados. Entenderme con lo de afortunados. Por suerte para nosotros, la gravedad de nuestra historia nada tiene que ver con la de los muchos allí presentes. No, por lo menos de momento no.
Las esperas allí, siempre son largas y toscas. Pero estoy preparado, mi padre ha ingresado ya las veces necesarias como para saber que tengo que llevarme lo que yo llamo " el kit de espera". Una botella de agua, cargador del móvil y un buen libro. Algo tan básico, puede cambiar una tarde oscura en una tarde muy productiva. Pero no puedo leer. Sin pretenderlo, es inevitable escuchar sus conversaciones, llenas de esperanza pero también de penas y sobre todo de lamentaciones y auto-reproches. Y es aquí, cuando mi cabeza se pone a toda máquina. Aquí, en los lamentos, es dónde antes decía que fallamos, una vez y otra, y otra más....
Vivimos como si nunca fuéramos a morir. Sé que como yo, lo has escuchado tantas veces que te parece una frase inventada por MR. Wonderful, pero créeme, no lo es. Es una realidad, demasiada real. Escuchas lamentos que por respeto a quienes allí lo vivían hoy no procede comentar, pero no distan mucho de los que podrías contarte a ti mismo si llegase el caso.
Siempre te cuento que no quiero que me hagas caso, que lo pruebes tu mismo/a. Esta vez es diferente, esta vez si quiero que me escuches, me prestes atención y me hagas caso. Pero hazlo. Espero que no te toque probarlo hasta dentro de muchísimo tiempo. Hazme caso, no dejes para mañana lo que posiblemente no puedas compartir nunca más.
No salgas de casa sin dar un beso a tu pareja, a las personas que quieres. No salgas de casa después de discutir con tus hijos. Nunca dejes un "te quiero" para regalar a la vuelta, nunca sabes si esa vuelta será posible. Nunca hagas nada, absolutamente nada que te haga sentir culpable en momentos tan delicados como los que te he contado.
Te prometo que de algo como tener a mi padre ingresado de nuevo saco notas muy positivas. Ver la unión de mi madre y mi hermana. Las personas que llaman para preocuparse de manera sincera por mi padre, los familiares que lo visitan continuamente, la cantidad de personas que se ofrecen de manera sincera a ayudar dónde sea y como sea. Todo eso lo ha conseguido mi padre siendo como es. Siempre lo digo, a las personas buenas, siempre le pasan cosas buenas.
Llegados a este punto puede que digas...pues estar en ese estado de salud bueno no es. Es verdad, pero también hay que ser realista, todos tenemos nuestro momento, y sé que el de mi padre aún no ha llegado, al cabezón aún le queda mucha guerra que dar. Pero aún así, si así fuese... hay momentos que la habitación dónde está ingresado mi padre está llena, tenemos que hacer turnos en la sala de espera. El compañero que tenía hasta hace pocos días estaba prácticamente solo. Lo que quiero decir con esto, es que valoro mucho lo que tengo, lo que vivo.
Hoy me ha vuelto a susurrar la vida. Hoy pensaba en las veces que nos quejamos por auténticas tonterías. Me voy Santander tres días y nos ha llovido. Me han llamado del taller y el arreglo cuesta 80€. Mi compañero de trabajo no me ayuda. Internet me va muy lento. Me ha salido un grano en la nariz y mañana tengo boda.... Conclusión, nos preocupamos de tonterías.
Estas líneas son de reflexión, me apetece compartirlo contigo. Me impacta ver que todos fallamos en las mismas cosas pero seguimos sin dar importancia a nuestro presente. No lo hagas, de verdad. Vive hoy como si no fueses a estar mañana, vive hoy de tal manera que mañana estés en paz contigo mismo/a.
Recuerda, lo que haces en el presente condicionará tu futuro. No lo digo yo, lo dice la vida. Tu decides.
Y como siempre, te deseo un presente exageradamente estupendo.
Correo de contacto: dtp.rubenarroyomail.com